Por Mariangeles Estrada
En lo que tengo de vida solo he recibido tres cartas de amor. Algo es algo. La primera cuando tenía catorce años. Un muchacho de otro colegio me envió la misiva con el propósito de anunciarme su avenida declaración de amor. Atiborrada de faltas ortográficas. No entendí cómo era uno de los mejores alumnos de su grado. Ojos profundos, pelo desbastado, un lunar cerca del mentón. A mí me gustaba así con sus pantalones rayados y sus cachetes sonrosados. Decía para finalizar: “Me gustaría que nos vieramos más seguido. Es cuando te lo dice tu loco enamorado, Octavio”. ihhh! Se me pararon los pelos de todas las partes del cuerpo. El problema es que mi mamá me iba a matar, si se daba cuenta que andaba en amores con algún muchachito. Según el reglamento familiar tenía que haber pasado oficialmente los 15. ¡Qué injustica! Si mi hermano ya andaba de bandido hacía rato.
La segunda cumplidos los diecisiete. Un amigo que se fue al SMP (Servicio Militar Patriótico) antes de su partida quedamos en comunicarnos. Sin testigos, meses antes nos acercamos en sutiles afinidades espontáneas: tal canción, aquel libro, etc. Se había instaurado un diálogo silencioso que decía mucho. Me mando una primera carta amistosa y la segunda con el tono amorosamente elevado. Buena letra, clara expresión. Las líneas finales decían: “Eres una mujer muy especial…. No necesito ver la luna para recordarte, siempre estás en mis pensamientos”. ihhhh otra parada de pelos, ojos pelados, exigida reelectura. Nunca se desmovilizó porque cayó en combate. Trágico desenlace más cuando tenía la intención de considerar el acercamiento natural que habíamos cultivado antes de su partida. Ha sido uno de los recuerdos más dolorosos que he tenido.
La tercera ya de veinticuatro. Un tico que conocí en San José durante un Congreso latinoamericano de derecho penal y criminología en la Universidad de Costa Rica por cinco días. Esperábamos frescos atardeceres en el parque, comíamos en sodas y restaurantes, eramos infaltables en los actos culturales. Me tomaba todo el tiempo de la mano, alineándome con suavidad al ritmo efusivo de su cuerpo. Todos estos gestos y salidas engalanaron la atmósfera. Incluso puntos de interés académico se volvieron menos rigurosos: Coste Suprema de Justicia, juzgados, oficinas de leyes, centros de documentación, Facultad de Derecho etc. Estatura media, delgado, bien planchado. Vislumbraba temprana calvicie. Su dulce sonrisa me sedujo todo el tiempo. Me fue a despedir al aeropuerto de Alajuela. Nos abrazábamos como pareja consagrada, balanceándonos y acariciándonos. Me mando carta de amor a Managüa. De lo que me acuerdo: “Como quisiera que comieras con mi familia, mi mamá hace el mejor arroz con pollo del mundo. Nunca me había sentido tan bien en compañía de nadie, te extraño”. Parada de pelos de nuevo. Fue lindo mientras duro.
Es cierto que las cartas de amor se extinguieron de mi planeta afectivo; sin embargo, esas tres cartitas ocuparon un lugar especial. Tocaron directamente mi corazón, protegido y resguardado. Ahora sé que conservar una carta de amor es tratar de atesorar un hermoso sentimiento. Releerlas es deleitar nuestros sentidos con la comunicación del verdadero amor. Evocar su recuerdo es simplemente reconocer que le pusieron a mis días: fantasía, acuarela y dinamismo.
Feliz día del Amor y la Amistad.
Archivo audio de la lectura de la presente entrada para los que prefieren escuchar.
Ver también:
Tu voto:
He disfrutado este escrito al máximo. Por otro lado, no sé porqué razón me has hecho recordar a José Ernesto, mi amigo, mi hermano…
Hola Carol, hasta ahora te contesto, disculpa. Sí, te acordas de él, una gran persona y gozaba del cariño de todos. Hace falta en este mundo gente como él.
Yo sólo he escrito una carta de amor en mi vida, pero me encanta. La publique con otras iniciales, pero luego sí se la mande a la persona. Te la quiero compartir. Me gustó mucho como escribes. Felicidades!
http://rsxxi.es/contenido/%C3%BAltima-y-primera-carta
Hola Chelascova, que bonito poder expresar los sentimientos, eso es lo mejor. La comunicación de sentimiento a sentimiento es la que mejor comunica nuestras intesiones. Que bueno que te gusto el texto. Gracias por pasar.
Amiga, te he nominado a los premios Dardos. Puedes ver la nominación aquí: http://csolisp.wordpress.com/2014/10/23/premios-dardos-gracias/
Un abrazo.
Hola Mariangeles Estrada, saludos, mi nombre es Mario Vega escribo poesia y me gusta tu blog aunque no e podido leer las otras entradas, Saludos desde Nicaragua
Hola Mario Vega, encantada de conocerte. Me alegra que te guste el blog. Me gustaría leer más tus poesías. Qué bueno que pasastes por aquí. Bienvenido.
No recuerdo haber escrito ni recibido alguna carta de amor. Opté por hablar de frente cuando perdí la timidez, incluso creo que me dio resultado excelente porque desde más de 18 años comparto con Marcela, graciosa gacela, Mujer hermosa y bella que siento me ama y amo. Si recuerdo que una chica de la universidad me envío una vez un acróstico usando mi primer nombre, estaba hecho tan excelentemente que me sacudió el cuerpo y me turbó la mente, iniciaba así:
R enací
E n el primer momento e que te ví.
Y en ese momento pensé
N o debo dejarte ir.
…
A.R.Ch, fijate que yo creo en el poder de la palabra. Hay algo que se expresa pero por detrás hay todo un sentir, de quién escribe y de quién recepciona el escrito. Yo sé, es un acróstico peroooo pega, pega y te deja dando vuelta la cabeza. Logra la letra en un papel alborotar tu interior. A veces no sabes ni que pensar o sentir. Si te hubiese escrito una carta…. quién sabe.