Solo regálame una tarde, con una taza de café.
Regálame dos o tres horas de tu agradable compañía.
Un momento de intimidad pública en una cafetería.
Que estemos solos los dos para digerir sin reparos,
tu rostro ausente desde hace tantos años.
Recordar el timbre de tu risa, memorizar cada gesto, cada mueca.
Regálame una tarde morena, con calor, con canela.
Con espuma blanca en mi taza capuccino, con espuma blanca también en tu cerveza.
Sonreír con algún chistes, con algún comentario.
Que la luz de la tarde apague tu rostro,
eclipsándote gradualmente con los ruidos de la ciudad.
¡Preciosa, preciosas palabras!
Me alegra que te gustó. Esa vez me inspiré parece.
Yo te la regalo, no una sino miles de tardes! Besos!
Me hubieses dejado aunque sea tu nombre para poder solicitarte unas tres tardes. Gracias por tus besos. Saludos;